Que maravilloso es el arte desde todas sus aristas. Dicen muchos sabios que artista se nace, y que a estos la musa creativa les puede llegar de cualquier parte y a veces de formas pocos comunes. La pueden hallar en el llanto de un niño, así como en la mirada perdida de un mendigo un día de frío; en todo se esconde un cachito de arte, solo que no todos lo pueden ver ni comunicar de manera cautivante en imagen, trazo y palabra, con la sensibilidad y honestidad que se necesita para conectar y provocar emociones. La artista visual Solange Rodríguez lo ha logrado, poniéndolo en evidencia en todos los trabajos bajo su autoría, la mejor muestra de ello son sus exposiciones individuales: “Espacios Líquidos“ y “Musas, Espejismos y Sueños“.

Rodríguez que en paralelo se desempeña como arquitecta y académica, posee una fuerza creadora que puede cobrar vida en el silencio de la mas placentera quietud o en el caos. Gracias a la misma ha creado todo lo que se ha permitido expresar incluyendo su nueva exposición “Causas Finales“, que se hace acompañar del escrito Poemas de la mitad de la vida, donde Rodríguez expresó en letras, lo que no le encontró espacio en lienzo. El público puede disfrutar de este derroche de buen arte en el Centro Cultural Amaya de la Ciudad Colonial.

“Causas Finales“ invita a sumergirse en una autorreflexión profunda en búsqueda del propósito que le da razón de ser a nuestras vidas. Conoce un poco más sobre la destacada artista Solange Rodríguez y su envolvente universo creativo, además de cómo fue dando forma a esta nueva obra que deja claro que todo somos una causa final, por el simple hecho de ser.

Ya hemos disfrutado tu exquisito arte en exposiciones como «Musas, Espejismos y Sueños» y «Espacios Líquidos» ¿cuáles novedades de tu destreza artística pone en evidencia la obra Causas Finales?

«Causas Finales» propone un discurso teórico y visual que pone en evidencia la prisa, la inmediatez y la velocidad con la que transitamos nuestras pequeñas batallas cotidianas. La muestra aborda los múltiples roles que asumimos y esa gran carrera colectiva en la que nos vemos inmersos cada día para lograr, para alcanzar. Sin embargo, en contraste, también nos invita a detenernos. A contemplar esos momentos de pausa que nos confrontan con lo esencial: la existencia misma. Nos recuerda que el mayor logro posible es simplemente ser, existir, y reconocernos como protagonistas y vencedores de una gran batalla ya librada: la de haber alcanzado el milagro de la vida. Cada ser humano, en sí mismo, es una causa final.

Causas Finales es un claro llamado claro al aquí y ahora, muy conectado al valor de la existencia ¿de dónde surge la inspiración de este concepto y como se refleja en cada una de las obras que conforman esta exposición?

«Causas Finales» surge del cuestionamiento y la autocrítica. De una batalla que no solo es propia, sino que reconozco en muchas personas, especialmente en tantas mujeres que, como yo, asumimos múltiples roles en la vida. Mujeres que llevamos sobre los hombros múltiples roles la carga de poder, de lograr, de alcanzar, muchas veces en silencio, muchas veces sin pausa. La muestra propone un discurso teórico y visual que pone en evidencia la prisa, la inmediatez y la velocidad con la que transitamos nuestras pequeñas agonías cotidianas. Nos movemos dentro de una gran carrera colectiva donde lo urgente suele eclipsar lo esencial. Muchas veces vamos avanzando con el ritmo colectivo, las necesidades y aplaudiendo ruidos, sin cuestionarse a donde realmente vamos. Es por esto que en la muestra se visualizan cardúmenes, haciendo alusión a esa carrera colectiva. Sin embargo, Causas Finales también nos invita a detenernos. A habitar esos momentos de pausa que nos confrontan con nuestra existencia. Con respecto a configurar esta muestra, para mi ha sido un sueño hecho realidad en medios de múltiples desafíos.

Para poder expresar de manera exitosa una filosofía como la que promueves en Causas Finales se necesita realizar un trabajo de mucho detalle y minuciosidad, ¿cómo fue ese proceso creativo detrás y cómo te sentiste a medida que el proyecto tomaba su forma final?

Para poder expresar una filosofía como la que se propone en Causas Finales, fue necesario un trabajo profundo y, sobre todo, honesto. El proceso creativo surgió de una necesidad muy personal de detenerme, cuestionarme y mirar hacia adentro. Fue un ejercicio de observación tanto interna como externa: observar mis rutinas, mis emociones, mis silencios… pero también escuchar y reconocer lo que viven otras personas.

Trabajé desde la palabra, en Poemas de la mitad de la vida, y desde la imagen, casi de forma simultánea, porque hay cosas que no pueden decirse solo con textos ni únicamente con pinturas o imágenes visuales. La serie fue tomando forma entre pausas largas, momentos de prisa, espacios breves y también instantes de mucha claridad. Cada pieza necesitó su tiempo, y yo también tuve que darme ese permiso.

A medida que el proyecto tomaba forma, sentí miedo, inseguridades propias de la autocuestionamiento, emoción, pero sobre todo una profunda gratitud. Crear es un privilegio. Ver cómo las piezas se enlazan entre sí, y cómo logran conectar con otras personas, es lo que finalmente le da sentido a todo. Porque, aunque nace de una experiencia individual, Causas Finales no se queda en lo íntimo: busca resonar con quienes también cargan el peso de tener que “poder” y, aun así, logran reconocer que ser ya es una forma de triunfo.

Causas Finales también nos invita a detenernos. A habitar esos momentos de pausa que nos confrontan con nuestra existencia”.

De diversos conceptos de la cultura japonesa que se alinean con el mensaje central de Causas Finales, es el de Ikigai, del que se perciben notables influencias en la narrativa de la obra, ¿forma parte este de tu inspiración para esta creación?

Ciertamente, el concepto de Ikigai ha sido una influencia importante en la narrativa de Causas Finales, aunque no de forma premeditada. Ikigai, entendido como ese propósito vital, eso que nos mueve y da sentido a nuestra existencia, se fue revelando casi de manera orgánica mientras desarrollaba la obra. En el fondo, todas las preguntas que me hice durante el proceso creativo giraban en torno a eso: ¿por qué hacemos lo que hacemos?, ¿qué nos sostiene?, ¿qué nos levanta cada día en las mañanas?

Creo que, en una sociedad donde se nos exige tanto y tan rápido, detenerse a pensar en el Ikigai se vuelve un acto de resistencia. Causas Finales abraza esa pausa, ese cuestionamiento profundo sobre lo que somos más allá del deber y de la productividad. Al final, encontrar un propósito —aunque sea efímero o cambiante— es lo que puede transformar nuestras pequeñas batallas diarias en algo profundamente humano y significativo.

Cada ser humano, en sí mismo, es una causa final“.

¿Qué tanto de Solange tiene Causas Finales?

Causas Finales es, sin duda, una extensión muy íntima de mí misma. En ella hay mucho de Solange: mis reflexiones, mis inquietudes, mi pasado y presente, mis luchas y mis momentos de pausa. No solo porque nació de experiencias personales, sino porque a través de este proyecto he podido compartir y comunicar partes esenciales de mi mundo interior. En poemas de la mitad de la vida la reflexión es completamente intima, es una perspectiva en el marco de lo transcurrido y lo que falta por vivir.

Sin embargo, también Causas Finales y poemas de la mitad de la vida son un espacio abierto, un espejo donde otras personas pueden reconocerse, encontrar sus propias historias y reflexiones. Creo que la fuerza de estos proyectos radica en esa tensión entre lo individual y lo colectivo, entre lo personal y lo universal.

En esencia, mucho de Solange está en esta obra, pero también está el eco de muchas otras vidas que, como la mía, navegan las complejidades de existir en tiempos acelerados. Uno de los momentos más emocionantes fue cuando una joven se acercó en la exposición y me comentó: siento como si yo hubiese escrito esos versos, ese momento conecta con lo anteriormente expresado.

Causas Finales no se queda en lo íntimo: busca resonar con quienes también cargan el peso de tener que “poder” y, aun así, logran reconocer que ser ya es una forma de triunfo».

De toda exposición, el artista tiene una obra, que por razones muchas veces desconocidas, es especial, en esta ocasión ¿cuál es esta?

«A la mitad de las dudas» es, sin duda, una de las obras más especiales para mí en esta exposición. Hay algo en ella que me conecta de forma directa e intuitiva. Tal vez porque logra sostener en un mismo plano la espontaneidad, la fugacidad, la prisa… pero también una calma que emerge sin esfuerzo. Es como un reflejo de esa tensión constante entre el impulso de avanzar y la necesidad de detenerse. Me autodefine. Siento que, sin proponérmelo, en esa pieza dejé trazada una parte de mi identidad más íntima.

Siento que vivo en una constante dualidad: por un lado, la velocidad de seguir sueños y metas al ritmo frenético de la ciudad, de construir, de dar ejemplo a mis hijos desde el hacer constante; y por otro, una parte de mí —mi corazón— permanece en una playita de Las Terrenas, lejos de todo, abandonada a un universo creativo que no responde a una finalidad tangible. Es ahí donde me permito simplemente ser, crear sin presión, sin meta clara, solo habitando el instante.

Toda presentación artística del nivel de Causas Finales cuenta con un curador de arte, ¿quién es el profesional a cargo y cómo fue la sinergia de trabajo artista-curador en esta oportunidad?

Pudimos contar con un equipo curatorial interdisciplinario, lo cual fue fundamental para el desarrollo de Causas Finales. En esta ocasión, trabajé junto a la Dra. Anitza Gutiérrez, crítica de arte, la Lic. Dariely Guzmán, la Lic. Laura Arthur y el arquitecto Carlos Galíndez.

La diversidad de miradas y disciplinas enriqueció enormemente el proceso, aportando perspectivas críticas que ayudaron a afinar el discurso conceptual, la selección de obras y la puesta en escena. La sinergia entre artista y curadores fue constante y fluida, basada en el diálogo abierto, la confianza y el respeto mutuo.

¿Tienes algún ritual antes de sumergirte en la creación de tus artes visuales?

Regularmente necesito silencio y concentración para poder producir; es como si tuviera que afinar el instrumento interior antes de comenzar. Pero esa concentración no siempre necesita un escenario ideal: puede surgir en muchos lugares distintos.

Cabe destacar que muchas de mis obras nacen y se desarrollan en pequeños espacios de concentración, momentos breves donde sé que no tengo mucho tiempo, pero donde algo se activa internamente. Es en esa urgencia —donde conviven la presión y la necesidad de decir algo— que muchas veces aparece lo más auténtico. La creación, para mí, no siempre ocurre en largos procesos meditativos; a veces sucede entre el caos y la brevedad, y eso también la hace profundamente honesta.

¿De qué tipos de contenidos de valor se alimenta tú ya rica creatividad?

Me alimento de muchas fuentes, pero sobre todo de la vida misma. Las experiencias cotidianas, los vínculos, la maternidad, el duelo, el silencio… todo deja una huella que se transforma en imagen, en trazo, en palabra.

La docencia y la vida académica también son pilares fundamentales en mi proceso creativo. Me invitan constantemente al cuestionamiento, al pensamiento crítico, a estar en diálogo con una generación distinta. Ese intercambio vivo despierta en mí no solo asombro y reflexión, sino también una profunda conexión con una humanidad cambiante, compleja y en permanente búsqueda de sentido.

Cuando existe la oportunidad de viajar, ese movimiento también resulta sumamente estimulante. Estar en otro territorio, escuchar otras lenguas, habitar lo desconocido… cultiva un cambio radical de perspectivas. Viajar me descentra de mis certezas y, al mismo tiempo, me permite reencontrarme con preguntas esenciales desde otro lugar.

Además, me nutro del arte contemporáneo, la arquitectura, la literatura, el cine, la historia, el arte popular y de esas conversaciones inesperadas que abren puertas interiores. Observar cómo vivimos, cómo nos narramos, cómo recordamos y olvidamos es parte esencial de mi mirada creativa.

Y por supuesto, también valoro los silencios, la contemplación y esos momentos donde no hay intención de crear, sino simplemente de estar. Creo firmemente que la creatividad también se cultiva en esos espacios de pausa, donde todo parece quieto

En paralelo con tu trabajo como artista y arquitecta, también te has desempeñado como académica, asumiendo en 2021 la dirección de la primera licenciatura en Estudios Libres a nivel nacional, en UNIBE ¿qué es lo que más disfrutas de estar cara a cara con las nuevas generaciones?

Lo que más disfruto es la posibilidad de aprender a través del otro, de toda la comunidad, colegas docentes, estudiantes, directivos. Escuchar a las nuevas generaciones, ver cómo se relacionan con el mundo, con el conocimiento y con ellos mismos, es una experiencia profundamente enriquecedora. Me conmueve su sensibilidad, su irreverencia ante lo establecido, su búsqueda de sentido, su necesidad de pertenecer y, a la vez, de transformarlo todo.

Estar cara a cara con ellos me obliga a mantenerme despierta, a actualizarme no solo en contenidos, sino en humanidad. Me interesa más provocar preguntas que dar respuestas, y disfruto cuando veo en sus ojos esa chispa de descubrimiento. La docencia, para mí, no es solo un acto de transmisión, sino un espacio de creación compartida.

Asumir la dirección de la Licenciatura en Estudios Libres ha sido un reto profundamente inspirador. Este programa representa una apuesta por una formación más flexible, crítica, sensible y multidisciplinaria. Ver a los estudiantes construir su propio camino desde el cruce de saberes ha reafirmado mi creencia en el poder transformador de la educación cuando se cultiva con libertad y propósito.

¿Colaboraciones artísticas que sueñas realizar?

Siempre he soñado con crear espacios de colaboración junto a colegas de distintas disciplinas. Me atrae profundamente el cruce de lenguajes, el diálogo entre saberes y formas de expresión que, al entrelazarse, generan algo inesperado.

Sueño con realizar videopoemas o piezas de videorarte que partan de mis imágenes, pero que respiren a través del sonido, del movimiento y de la palabra. Me encantaría musicalizar algunos de los poemas de Poemas de la mitad de la vida, permitir que otros artistas los interpreten desde su sensibilidad, y así verlos transformarse, habitar otros cuerpos, otras voces.

Creo en el arte como un acto colectivo, incluso cuando nace desde la intimidad. En ese sentido, abrir mis procesos a la colaboración es también una manera de expandir el significado de lo que hago, de volverlo más vivo, más humano e impredecible.

¿Algún proyecto en el que estés trabajando, del que nos quieras adelantar algo?

En este momento estoy enfocada en desarrollar dinámicas dentro de la exposición Causas Finales que permitan a los visitantes no solo contemplar las obras, sino también interactuar con ellas desde su propia experiencia. Quiero que el espacio se convierta en un lugar vivo, donde haya lecturas de poemas, intervenciones espontáneas, y encuentros creativos que generen una conexión más directa y sensible con el público.

Uno de mis grandes intereses es crear, en el marco de la exposición, talleres de creatividad dirigidos a estudiantes y jóvenes artistas. Me ilusiona la idea de que la muestra pueda servir como detonante para que otros se atrevan a crear, a imaginar, a escribir, a expresar. Que no sea solo contemplación, sino también un pequeño laboratorio donde se active el pensamiento, la emoción y la posibilidad de ver que los sueños se cumplen… si nos ponemos en marcha.

Mi mayor anhelo es que este proyecto inspire. Que al salir, alguien sienta que también puede iniciar su propio camino creativo, desde donde esté, con los recursos que tenga. Porque a veces solo hace falta una chispa, una imagen o una palabra para comenzar.

¿Cómo ves el futuro de la industria de las artes visuales en el país?

República Dominicana, en sentido general, y particularmente en las artes visuales, posee un potencial inmenso. Contamos con un acervo cultural y una sensibilidad estética que ofrecen materia prima invaluable para crear propuestas auténticas, de alta calidad y con perspectivas únicas. Nuestra isla tiene una voz propia, una narrativa visual distinta, capaz de dialogar con el mundo desde lo que somos, desde lo que solo este territorio puede ofrecer.

What´s Next para Solange Rodríguez?

He tenido la oportunidad de exhibir piezas internacionalmente, pero anhelo llevar mi obra de forma presencial fuera de República Dominicana. Me encantaría vivir la experiencia completa: compartir el proceso creativo, el montaje, el diálogo directo con nuevos públicos y contextos culturales que enriquezcan mi mirada artística.

@solange_visual @sol_solange @centroculturalamaya

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