Este es un recorrido íntimo, tejido con hilos de recuerdos y sueños del futuro. Asumir el legado de una figura tan poderosa como Jenny Polanco no es solo una responsabilidad, es un testimonio de amor hacia la visión de una mujer que creó una marca de cara al mar, que trascendió la moda para hacerse cultura e identidad dominicana. Esa mujer visionaria solía decir que Carolina, quien llegó a su vida como su primera asistente de diseño, se convirtió en la única persona “más Jenny Polanco que ella misma”, un tributo sincero a una conexión profunda que permanece en el tiempo, sin importar que en la actualidad los planos sean terrenales o no. Hoy, Carolina Socías mantiene viva esas palabras, sosteniendo, como directora creativa de Jenny Polanco, el equilibrio entre la tradición y la reinvención, enalteciendo a los artesanos locales y celebrando la herencia caribeña como homenaje a la autenticidad. Su trabajo es un susurro al pasado y una mirada audaz al futuro, una melodía que resuena con la belleza de lo cotidiano, la simplicidad de lo verdadero y el legado de cuatro décadas de una casa de moda que sigue viva y radiante, como el sol que cada día acaricia las costas de nuestra mágica isla del Caribe.

¿Qué implica continuar el legado, como directora creativa, de uno de los nombres más importantes de la industria de la moda y la cultura dominicana?

Implica mucha responsabilidad, es un constante recordatorio de que sobre mis hombros recaen cuatro décadas de diseño y la visión de nuestra fundadora. Cuando queremos definir la moda dominicana, lo primero que nos viene a la mente como dominicanos es lino y ámbar, que es sinónimo de Jenny Polanco. Ella definió lo que es ser dominicanos; con mucho orgullo construyó una identidad de vestimenta acorde a nuestro clima, en torno a nuestra cultura y a nuestra artesanía.

¿Qué es lo más retador de hacerlo llevando el ADN de dos marcas al mismo tiempo?

Luego de 12 años diseñando para dos marcas diferentes, lo que algún día fue un reto, convivir entre dos marcas, hoy no lo es; se ha convertido en mi forma de vida, cada una es igual de importante para mí. El mayor desafío para ambas marcas es mantenerlas relevantes, actualizadas, y en el caso de Jenny Polanco, reinventarla cada temporada manteniendo su ADN claro, pero a la vanguardia. Evolucionar con el consumidor y los mercados que nos interesa crecer.

¿Cómo llegas a la moda y cómo llegas a Jenny Polanco y a la vida de su creadora?

Mi llegada a la moda nace de preguntas contestadas. Una vez me pregunté: ¿Qué es eso que te hace feliz cuando lo haces? Y la respuesta hoy tiene sentido: inventar, ser creativa, diseñar. A Jenny Polanco llegué luego de haberme graduado de Altos de Chavón, fui referida por la escuela y el resto es historia. Con Jenny conecté de la mejor manera posible… bailando son en Lucía, en la Ciudad Colonial. Ahí empezó nuestra historia.

Jenny solía describirte como una “hija de la moda” en su vida. ¿Qué significó para ti tenerla como una “madre del diseño” y qué emociones o aprendizajes trajo una relación que trascendió el escenario laboral?

Tuve la suerte de poder contar con una mentora que hizo espacio en su vida para enseñarme más que a diseñar. Con ella aprendí lo importante que es ser coherente, la importancia del trabajo en comunidad, y no solo para agregar valor al diseño, sino también como aporte a la sociedad. Lo más importante que pude reafirmar y que siento que ella alimentó más en mí fue la idea de vivir una vida plena y tratar siempre de ser feliz siendo agradecida. En fin, disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

¿En qué punto congeniaban y en cuál eran totalmente opuestas?

Congeniábamos en que a ambas nos encantaba vivir intensamente, bailar, disfrutar, la moda, lo cotidiano. Éramos muy opuestas en toma de decisiones de color y en que, a veces, ella podía ser muy rígida o fuerte de carácter y yo siempre me he caracterizado por mantener la armonía.

¿Sientes que consciente o inconscientemente Jenny te estaba preparando para llevar sus sueños hacia el futuro?

Bueno, pienso que ella nos preparaba a todos para que pudiéramos funcionar sin ella. En mi caso, siento que como lo viví con ella tan de cerca, aprendí a hablar su propio idioma. Jenny siempre hablaba de trascender y siempre hablaba de su equipo con mucho orgullo, y eso estamos haciendo: cumpliendo su sueño de que Jenny Polanco siga viva entre todos y para todos.

Una vez me comentaste que Jenny “no hacía tanto caso a tus sugerencias” inicialmente, ¿Cuándo y por qué sientes que esto comenzó a cambiar?

Llegué a Jenny Polanco en 2012 a diseñar para una persona que nunca había tenido una asistente de diseño. Entonces, todo era muy nuevo tanto para ella como para mí, ya que era mi primer trabajo como diseñadora. Los primeros dos años fueron de mucha prueba y error y de ganarme su confianza. Fue crucial demostrar mi lealtad y respeto hacia ella. Inicié diseñando las piezas en cuerno, luego joyería, hasta que por fin mis propuestas empezaron a hacerle sentido.

¿Cómo se decidió que Carolina sería quien lideraría el futuro creativo de la firma y qué significó esto para ti?

Me encantaría saberlo también (risas)… Había ya un punto a mi favor, pues Jenny en vida decía que yo era más Jenny Polanco que ella misma, o sea, que tenía su voto de confianza. Honestamente, siento que en ese momento crítico nos mantuvimos unidos como familia y cada quien asumió su lugar. Yo seguí diseñando para ella como lo venía haciendo durante años. Nadie tuvo que pedirme que lo hiciera, simplemente me sentí responsable de seguir junto al equipo y sus hijos. Estaré eternamente agradecida con Carla, su hija, por acompañarme en todo el proceso y transición de mi rol y, claro está, por darme también su voto de confianza y permitirme seguir creciendo junto a ella.

¿Cómo se puede innovar cuando se está dentro de un marco de respeto hacia un legado?

Innovar es clave en la evolución de una marca. Esto no significa que afecte una trayectoria si los parámetros y ADN están claramente establecidos. Nuestra fundadora dejó muy clara su visión y sus valores, de hecho, nos dejó el camino listo para que nosotros, como casa de diseño, continuáramos creando bajo su sombrilla. Jenny Polanco es arte, moda, artesanía; es sinónimo de todo lo bello de nuestra dominicanidad. Mi responsabilidad como directora creativa es mantener viva su esencia, su estilo de vida caribeño, acompañado de los materiales autóctonos de la isla; seguir contando su historia pero ahora desde mi perspectiva de diseño.

¿De qué manera crees que la moda puede contar historias y, en el caso de Jenny Polanco, qué historia estás buscando narrar actualmente?

La moda es una forma de expresión artística. A través de ella, se percibe un clima, un lugar y un sentimiento. En Jenny Polanco tenemos una biblioteca llena de archivos de diseño, fotografías y libros de las cuatro décadas de diseño de nuestra fundadora, o sea, que para nosotros el punto de partida es la misma Jenny: es traer sus recuerdos para contar una nueva historia. La historia que queremos contar hoy día con más fuerza es la de una mujer fuerte, resiliente, orgullosa de sí misma, libre, con los pies sobre la tierra y empática. Diseñamos colecciones pensadas en esos momentos de gozo y de placer, y como la vida misma está en lo cotidiano. Jenny Polanco ya no es solo para ocasiones especiales, sino que también es para el uso diario.

¿Cuál era tu propósito inicial entrando a Jenny Polanco y qué tanto se fue transformando esa intención en el camino?

Mi intención en Jenny Polanco era aprender cómo se construía un negocio de moda. En ese entonces, Jenny Polanco era la única diseñadora con taller propio alimentando cuatro tiendas. Yo quería aprender a diseñar, pero también me interesaba entender cómo dirigir un taller y cómo se manejaba una producción. En el camino aprendí que era más que eso, aprendí que el taller y su gente eran lo más importante; pertenecer y trabajar con personas llenas de mucha pasión y entrega era más gratificante que el resultado final, pues en lo particular pienso que en los procesos es donde está la magia. Mi propósito solo se fue intensificando, pues me lo tomé muy personal; tal vez por eso sigo aquí (risas).

¿Cómo equilibras el estilo distintivo de la marca, que mezcla tradición y modernidad, con tu propia visión creativa?

La mezcla de tradición y modernidad es lo que más me gusta del mundo Jenny Polanco, pues en lo personal me gustan las tradiciones. Pienso que en lo cotidiano siempre se encuentra algo mágico, y el pasado me intriga; siento que es la mezcla perfecta. Mi chispa creativa vendría siendo la mezcla de ideas nuevas basadas en mis propias vivencias, las mujeres que admiro, los libros que leo.

¿Cuál fue la primera colección enteramente de Carolina para Jenny Polanco y qué guiño personal dejaste colar en esas piezas?

La pri- mera colección diseñada y liderada por mí fue post pandemia, en 2021. Iniciamos un proceso evolutivo donde empezamos a diseñar para otra generación de mujeres; esto nos permitió jugar con siluetas más sexys y frescas, sin perder la elegancia que caracteriza a la firma. En esa colección nace nuestra best seller Onezise María, una blusa que viste para todo tipo de ocasión, desde la ciudad hasta las escapadas de fin de semana. En esta colección inicia una nueva versión de Jenny Polanco.

La marca tiene un fuerte vínculo con el Caribe. ¿Cómo trabajas para que esa esencia siga viva y relevante en cada colección?

Somos del Caribe, somos isleños. Parte esencial de la firma es ese orgullo de ser caribeños, y eso nos hace únicos, pues la forma de vivir y ver la vida, contando siempre con el sol como fuente que nos recarga, nos hace personas felices. Incorporar el color en el mundo de Jenny Polanco ha sido mágico, pues hemos dado vida al canvas y las siluetas cuentan otra historia cuando las hacemos en el color de la temporada. Con tan solo elegir un destino de nuestra isla y contar una historia desde ahí, nos mantenemos fieles a nuestros orígenes.

¿Qué tan importante es para ti mantener colaboraciones con artesanos locales, algo que Jenny Polanco promovía activamente y tú también para CS Beachwear?

Trabajando de la mano de mi mentora entendí la importancia y el impacto positivo que trae colaborar con los artesanos. No solo estás creando piezas únicas, sino que también estás aportando a la continuidad de oficios que nacen de una necesidad, generando empleo, enseñándolos a progresar porque ellos también aprenden a mejorar sus procesos; o sea, para mí es gratificante saber que de mi trabajo hay familias que pueden sustentarse de su pasión, pues al igual que el diseñador, el artesano es apasionado de su trabajo. Pienso que hay más en dar que en recibir.

¿Qué rol juega la sostenibilidad en la nueva etapa de la marca?

Jenny Polanco siempre ha sido sostenible; cuando antes no se hablaba de sostenibilidad, Jenny Polanco trabajaba con materiales nobles, reutilizaba fibras y trabajaba de la mano de comunidades. Hoy día se ha dado forma a lo que se hacía innatamente. Hemos colaborado con manos dominicanas tejiendo la lila del río Ozama, generando empleo y ayudando a limpiar el río. Seguimos trabajando de manera consciente, seleccionando cuidadosamente nuestros suplidores de insumos. También hemos implementado paneles solares en la fábrica.

¿Qué es lo más bello de ver el mundo a través de los ojos de Jenny Polanco y qué es lo más bello de verlo a través de los de Carolina?

Lo más bello de verlo a través de los ojos de Jenny Polanco es ver a toda una comunidad de colaboradores trabajar arduamente por mantener el legado de su fundadora. Todos seguimos soñando en su propio sueño de ser atemporales y orgullosamente caribeños. A través de los ojos de Carolina, lo más bello es construir todos los días un pedazo de mi propia historia, mezclar mi dominicanidad con mis raíces colombianas. Creo que tengo lo mejor de los dos mundos y me emociona todo lo que viene para CS Beachwear.

Si tuvieras que elegir un sueño o meta para la marca y para ti, ¿cuál sería?

Mi sueño es ver a Jenny Polanco establecida como marca internacional y yo liderando el equipo creativo.


IG: @carolinasocias

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