Me considero un fotógrafo dominicano enamorado de la naturaleza. Estudié Administración de Empresas, pero mi gran pasión es la Fotografía. Pienso que los que usamos este medio debiéramos darle más visibilidad a lo que nos importa y preocupa, a lo que amamos. Trato de mostrar nuestras riquezas naturales, pero también las amenazas que enfrentan, por esto me interesa crear narrativas fotográficas que provoquen y generen acciones. Soy miembro de la Asociación Dominicana de Fotógrafos de Naturaleza (ADFONA), miembro directivo de Grupo Jaragua y miembro de FOTOGUARDIANES de la Naturaleza. He participado en diversas exposiciones individuales y colectivas, y en el año 2018 lancé mi libro fotográfico Fiat Pisces.

Te comparto algunas fotografías y rincones de la isla que son muy especiales para mí.

Vivo regresando a los farallones de BAHÍA DE LAS ÁGUILAS, incluso sin estar ahí. Admiro en sueños su talla de mareas y tiempo, me detengo a detallar las gigantes cabezas de centinelas indígenas que vigilan el paso hacia la playa más bella del cacicazgo de Jaragua. Si esa pared es de una belleza sobrecogedora, las arenas y las aguas cristalinas que le siguen están hechas del material de los sueños.

Visitar VALLE NUEVO es una experiencia visceral… como regresar al útero materno. Las temperaturas por debajo de cero grados centígrados son comunes en invierno. Su producción hídrica impacta a siete de 10 dominicanos. Su paisaje alpino ayuda a despejar la mente, mientras que el sol avanza en las mañanas cortando la neblina con su escalpelo y deteniéndose a besar el rocío.

SALINAS de Puerto Hermoso me recuerda a mi primera experiencia en un área protegida de la mano de mi mentora en observación de aves, Annabelle Dod. Lo que hace especial a este lugar es que ahí coexisten el manglar, las dunas, los salitrales y la playa. Esa circunstancia donde los ecosistemas “se dan la mano” se llama ecotono. Es, sencillamente, inagotable.

La subida al PICO DUARTE es una experiencia que marca para siempre a quien la logra. La subida al Pico Yaque, también conocida como “El arrepentimiento”, la llegada a La Compartición y la fogata son inolvidables. También la ascensión final, la conquista de la cima, la salida del sol y el camino al postre del viaje: El Valle del Tetero, que es opcional, pero digamos que obligatorio. El baño en esa agua fría del Yaque del Sur es el mejor masajista alineador de chakras del mundo.

@pgenaro

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